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En este artículo exploramos un concepto que denominamos Hermandad entre accionistas, el cual surgió como aparte de varios procesos de consultoría realizados con clientes en donde existían socios no vinculados familiarmente aunque si con vínculos de cercanía o amistad.
El concepto de hermandad entre accionistas surgió al trabajar con socios con algún vínculo personal, no familiar; es decir, amigos o amigas que deciden formar una compañía. Hemos tenido varios casos similares y, analizando el avance, la situación de cada uno y los resultados logrados, identificamos que la relación y esquema de toma de decisiones entre socios permitían que sus empresas crecieran y perduraran.
Particularmente, resaltamos casos de 2 socios o socias con el 50% de participación accionaria cada uno, lo cual genera retos importantes en el proceso de toma de decisiones y la gobernabilidad del negocio; sin embargo, hemos encontrado que generan mecanismos claros y sencillos para generar acuerdos que hacen casi imperceptible que cada uno tiene el 50% de las acciones.
Uno de los asuntos que puede ser más problemático en situaciones con accionistas con el 50% de acciones cada uno es la toma de decisiones:
Si ambos están de acuerdo, no hay complicaciones, pero si uno dice sí y el otro dice no, se puede bloquear a la empresa. Por ejemplo, si se habla de visión de futuro o de objetivos empresariales, y un accionista está de acuerdo mientras que el otro no, no habrá decisión, y eso genera incertidumbre para el resto de la organización porque debe seguir funcionando mientras los accionistas logran un acuerdo.
Aquí es donde el concepto de hermandad entre accionistas se convierte en un asunto fundamental. Lo mencionamos un poco en un artículo anterior sobre ¿Cómo lograr buenas relaciones con mis socios? y aquí lo profundizamos:
La hermandad entre socios es esa relación de confianza, entendimiento y respeto que construyen los socios, permitiéndoles entender los planteamientos y posiciones de los otros socios, para tomar decisiones en pro del bien común.
Esto significa que, para lograr hermandad entre socios, se requiere:
- Conocer al otro
- Entender la posición del otro
- Respetar sus opiniones
- Aprender a debatir con respeto
- Ser abiertos con los argumentos
- Aprender a que mis propuestas sean rechazadas
- Proponer temas o acuerdos que estén encaminados en proteger la relación entre socios
Todo esto implica que lograr hermandad entre socios no es una labor sencilla ni rápida, y requiere renuncias personales para diferenciar mis intereses de los intereses comunes. Esto se basa en la comunicación y confianza en el otro. No se requiere que los socios sean los mejores amigos, que hacen todo juntos y que se conocen hasta en el más mínimo detalle; en realidad lo que se requiere en entender al otro, conocer sus circunstancias y estas abiertos a escuchar sus opiniones.
Uno de los casos exitosos que hemos vivido en esta categoría es el de dos amigos que iniciaron un negocio juntos luego de salir de la universidad, y 35 años después, han crecido y diversificado su portafolio de empresas, todo, manteniendo la participación accionaria 50% para cada uno y trabajando en el negocio como colíderes. Analizando su dinámica de toma de decisiones, encontramos que se comentaban todos los asuntos relacionados con el negocio, aun los que parecían poco relevantes, por tanto, si alguien hablaba con uno u otro, ambos tenían la misma información siempre. Si por alguna razón había algún tema sobre el que no conocían, de inmediato recurrían a su socio para conversar y validar antes de dar una respuesta o tomar una decisión sobre el asunto.
Además, al generar acuerdos conjuntos, siempre planteaban su propuesta incluyendo la compensación o balance para el otro socio, y así, el otro socio validaba si estaba de acuerdo o no. También, sabían asumir cuando la respuesta era no, generaban argumentos y entendían el planteamiento. Por tanto, si uno de ellos quería que la empresa distribuyera dividendos acumulados para una inversión personal, siempre evaluaba previamente la propuesta basada en que su socio obtendría los mismos recursos (para mantener el balance de 50% cada uno) y, de ser viable, lo conversaba con su socio. Por el contrario, si al hacer esa validación el esquema no era realizable o generaba un impacto importante para la empresa, no lo proponía.
Otro asunto importante es que no permitían conversaciones de socios por fuera o con otras personas. Escuchaban a otros (sus familias, amigos, etc.) y siempre volvían a reunirse como socios para socializar sus dudas, preguntas, planteamientos o propuestas; es decir, no asumían cosas, siempre las validaban con su socio. Este proceso les tomó tiempo, no comenzaron con esa dinámica desde el inicio, tuvieron complicaciones cuando arrancaron su negocio y eso los ayudó a madurar como socios, empresarios y como personas para poder sostener conversaciones asertivas en este momento.
No son los mejores amigos fuera de la empresa, de hecho, comparten poco en escenarios no laborales, y, aun así, confían uno en el otro, entienden sus planteamientos y asumen sus decisiones conjuntas, tanto las exitosas como las que no lo son tanto.
Nuestra conclusión:
Es que todos los accionistas, familiares o no, deberían procurar un ambiente de hermandad entre socios, especialmente, si cuentan con participación accionaria de 50% cada uno. Siempre repetimos que “no se hacen negocios con desconocidos” y eso nos parece fundamental a la hora de pensar en perdurar empresarialmente. Si no existe conf