Los miembros de una Junta Directiva, deben ser personas idóneas, que se eligen basados en las necesidades de la compañía atraviesa por el momento, el planteamiento estratégico y las metas que se persiguen.
Hemos visto muchos casos en los que los miembros de las Juntas son amigos o personas cercanas a los accionistas, o que tienen vínculos con la empresa, lo que termina generando situaciones como:
- Falta de objetividad: Esta condición suele darse cuando se tienen vínculos cercanos con los miembros de la Junta, es posible que estos no expresen sus opiniones cuando éstas sean contrarias a lo que opinan los accionistas, por lo que se pierde el principio de objetividad que debe tener la Junta Directiva, y no aportará tanto valor a la mejora y crecimiento de la compañía.
- Deterioro de las relaciones personales: Nos hemos encontrado con situaciones en las que los vínculos de amistad o cercanía que los accionistas tienen con los miembros de Junta, se deterioran cuando estos les dicen a los accionistas, cosas que no quieren escuchar.
- Falta de disciplina: Cuando se tienen amigos o personas cercanas como miembros de la Junta, puede perderse la responsabilidad en la realización de reuniones, seguimiento de tareas o exigencia a los miembros de la junta, justamente por la existencia de un lazo personal con ellos.
En este proceso de conformación de la Junta, debe prevalecer la necesidad de la empresa, y se deben definir los perfiles que se requieren para cumplir con las metas propuestas, de manera que luego se evalúe a los candidatos y se determine quienes la conformarán, en lugar de iniciar con la lista de conocidos para ver a quienes se vincula.
Las Juntas más exitosas que hemos tenido oportunidad de poner en práctica, son aquellas que vinculan miembros con un objetivo específico, relacionado con su perfil, que parte de aquellos objetivos estratégicos fijados, y en donde ese equipo, trabaja justamente como es, UN EQUIPO, y no como ruedas sueltas que parecen no pertenecer al mismo organismo.
Equipo Family Firm